Farmacia Odeon: El legado de “Ninina”

Ubicada sobre la avenida San Martín y con 47 años al servicio de la salud, la Odeón es una de las clásicas farmacias escobarenses. Desde 2007 el comercio está en manos de Sandra Ruiz Díaz.

En 1968, Estela Odeón abrió su farmacia en San Martín 1091, que por entonces no era la avenida que es hoy. Fue una de las primeras en Belén de Escobar y la más alejada del casco céntrico, en una zona sin asfalto y con pocos habitantes.

“Ninina” -como todos la conocían- fue una de las farmacéuticas referentes del pueblo y estuvo en su comercio hasta 2007. Después de casi cuarenta años de trabajo se jubiló y le vendió el fondo de comercio a Sandra Ruíz Díaz, su actual responsable.

“Yo estaba buscando farmacia, me recorrí casi todo Buenos Aires y de casualidad me enteré que Estela vendía la suya y ahí se la compré. Me había recibido de farmacéutica en el ‘91, trabajé unos años en lo que era la farmacia Ratto (hoy Russo), hasta que me quedé con la Odeón”, cuenta Ruiz Díaz acerca de sus inicios en el rubro y la difícil tarea de encontrar farmacia propia.

“Ninina”, fallecida en 2013, se hizo extrañar y mucho, sobre todo al principio. “Los clientes estaban muy acostumbrados a ella y se tuvieron que adaptar al cambio, pero lo tomaron bien. Me decían que también estaban contentos conmigo”, confiesa Ruiz Díaz, mientras atiende y toma la presión de una vecina.

Desde que ella tomó el mando del comercio las cosas siguieron funcionando más o menos igual. Lo más “novedoso” del rubro fue la incorporación de los remedios genéricos, algo que décadas atrás no existía. “Son mucho más económicos, tienen la misma droga y la misma dosis”, resume, despejando las dudas que generan para algunos esta clase de medicamentos.

Muchos de los clientes de Odeón son de los barrios más cercanos al lugar, como El Cazador, El Candil y Las Lomas, otros pasan ocasionalmente y paran si precisan algo.

El ranking de lo más vendido varía de acuerdo a la estación del año. En invierno salen mucho los antibióticos, los jarabes para la tos y los antigripales, mientras que en épocas estivales la demanda varía más. “Después están los enfermos crónicos, que necesitan siempre sus pastillas para la hipertensión o los remedios para la diabetes”, sostiene la farmacéutica.

Un tema inevitable en las farmacias son los turnos obligatorios que deben cumplir semanalmente. Como una maratón de atención al público, que lleva más de 24 horas de trabajo. “Arranco a las 8.30 y me voy a las 12.30 del mediodía del día siguiente. Es cansador, sí, pero es obligatorio para las farmacias. Me toca cada cinco o cada doce días. Si me toca un domingo después me toca el viernes de la otra semana y si me cae un lunes después vuelvo a estar el sábado de la semana próxima”, explica sobre un tema poco conocido para el común de la gente pero tan necesario a la hora de las urgencias.

Por último, Ruiz Díaz reconoce que muchas personas recurren primero al farmacéutico para aliviar algún dolor ocasional y después al médico, cuando no pudieron resolver el inconveniente. “Yo los mando al médico, pero algunos no quieren ir. En cosas simples los podés asesorar, pero si no deben ir a un doctor”, sostiene, con criterio, mientras continúa atendiendo y escuchando a sus clientes.

Por Javier Rubinstein

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